CAROLINA DE MÓNACO CUMPLE AÑOS EN LA INTIMIDAD

23 ENERO 2001
Rodeada de los suyos, Carolina de Mónaco celebra hoy su 44 cumpleaños y su segundo aniversario de boda. La princesa que, en los últimos tiempos, se ha mantenido en la medida de lo posible, lejos de los flases, de las portadas de periódicos y de la especulación pública –desde la muerte de Stefano Casiraghi no ha vuelto a conceder ni una sola entrevista– acudió, un día antes de la celebración de su 44º aniversario, a la 25ª edición de la gala dominical del Festival Internacional de Circo de Mónaco.

La pequeña Alejandra, en el circo
Acompañada de su esposo, Ernesto de Hannover, y de sus dos hijas, Carlota y la pequeña princesa Alejandra, Carolina decidió que había llegado el momento de regalar al mundo unas improvisadas instantáneas de la pequeña Hannnover. Lejos del balcón oficial de palacio, lejos de los muros del viejo caserón familiar, Alejandra, de dieciocho meses, fue presentada en un lugar en el que el protocolo no existe y en el que una multitud de felices recuerdos están unidos a la memoria de la familia Grimaldi. No se puede olvidar que la creación del Festival del circo de Mónaco es una iniciativa de Raniero. Ni tampoco el incondicional apoyo que Grace Kelly prestó, con su presencia y a lo largo de varias décadas, al más emblemático espectáculo del Principado.

La Princesa de Mónaco, feliz y emocionada, disfrutó de la mágica experiencia del Circo –como si los años no hubieran pasado– y, sobre todo, de los ojos ilusionados y de las sonrisas inocentes de la pequeña Alejandra, en su debú como espectadora de un espectáculo circense.

Cumpleaños íntimo y familiar
Concluida la jornada infantil, Carolina y Ernesto –se casaron el 23 de enero de 1999 en el palacio de Mónaco– regresaron a su domicilio donde, como en años anteriores, la princesa había preparado la fiesta perfecta. Una celebración ni remotamente parecida a las que soñaba siendo una adolescente… Aquellos imborrables cumpleaños en palacio. Esas increíbles fiestas que ella misma, bajo la supervisión materna, se encargaba de preparar: hacer la lista de sus invitados, elegir el menú e incluso, su vestido. Tenía sólo cinco años cuando apareció en una de sus celebraciones con uno de Givenchy. Siete, cuando Onassis le regaló un coche…

Entonces, cuando era sólo una niña, soplaba las velas con fervor, queriendo que se consumieran muy deprisa para cabalgar sobre el tiempo. Para ser mayor. Ahora, quizá le gustaría ser la dueña de la vara mágica con la que poder detenerlo en seco. De hecho, sus alocados cumpleaños dejaron paso a las celebraciones íntimas, al recogimiento y al disfrute de veladas en las que sólo tienen cabida la familia y los grandes amigos. Carolina cumple cuarenta y cuatro años lejos del protocolo y las grandes celebraciones y guarda el disfrute de estos momentos para la intimidad. Tranquila, sosegada, madre amantísima y esposa feliz, alza un discreto e íntimo brindis por el que, seguro, es el mejor momento de su vida. Un instante que sólo está dispuesta a compartir con aquellos que se han mantenido firmes a su lado a lo largo de los años.